domingo, abril 15, 2012

Locura ensoñadora #2, Parte I

Toses. Muchas toses. Estábamos sentadas en la terraza, con los vasos en el piso, los puchos, los encendedores, la Frizzé. Yo escuchaba sonidos de vasos en el piso, ese sonido de los vasos cuando pasan de un lugar a otro arrastrándose en el piso. Mucca y Porco no escuchaban eso, sólo yo. Mi tos me daba risa, reía y reía sin parar. Mucca estaba riendo mucho, y su risa era graciosa. Por momentos parecía un crujir de una puerta vieja, yo reía sin poder parar. El tiempo pasaba muy lento, y las risas era infinitas. Mi risa cada vez aumentaba un nivel más, y no lo podía controlar. Me meaba de la risa. Nos meábamos de la risa, literalmente. Porco estaba tranquila, pero Mucca y yo éramos tremendas. Empezaba a asustarme esto de no parar de reír. Lentamente, fui tranquilizándome. La risa de Mucca era muy extraña, jamás oída, y la mía era igual que siempre: una risa intermitente. "Seriedad ante todo" decíamos. Otra vez el ciclo vicioso de la risa. Nos fuimos corriendo al baño, no podíamos aguantarnos. Nos meábamos de la risa. Mucca y yo en el mismo baño, yo mientras me miraba al espejo, mis ojos chicos, muy chicos, y rojos, muy rojos. me ardían los ojos de tanto reír y mantenerlos apretados. Salimos del baño, volvimos a mi pieza. Porco se tiró a la cama, y yo me tiré encima. Mucca nos tiró el ventilador de pie.
Mi ventilador tiene dibujada una carita feliz con marcador. "Tiene cara, es una persona, también tiene que dormir", pensó Mucca, por eso me tiró el ventilador en la cama. Me paré, me fui a la terraza y me tiré al piso. Encima se tiró Porco, y encima, Mucca. El piso estaba mojado porque yo les tiré una cubetera con hielo. La tierra de la suciedad de nuestras zapatillas habían manchado todo el piso, donde estábamos acostadas. Reíamos sin parar. Mucca se para, se enganchaba con la soga que cuelga a altura de la cintura horizontalmente, es la soga del toldo de la terraza. Ella hacía fuerza para atravesarla, pero era una soga, sólo podría romperla. "¿Quién me agarra con los brazos?" pensaba Mucca. De alguna extraña forma se libró de la soga, y entró a mi cuarto. La siguió Porco, y entonces fue cuando comencé a escuchar chillidos, sonidos raros. Mucca y Porco estaban tirándose plasticola en la cabeza. Se tiraron perfume, voligoma, más plasticola y casi se echaron Raid mata cucarachas. A mí, me tiraron Frizzé azul en la cabeza. Mucca estaba loca, no pensaba absoutamente, no hablaba, sólo reía y hacía cosas raras. Porco estaba tranquila, se estaba durmiendo en la cama. Y yo, yo prestaba atención a lo que hacían, analizaba mi estado de locura.
Nos calmamos. Agarré el encendedor, el que tiene la llama bien alta. Lo prendí y me quedé mirándolo. "Mucca, che, mirá esto..", como taradas, mirando el fuego. Duró muchísimo tiempo prendido, y no me quemaba para nada. No sentíamos tanto el dolor, aunque nos golpeábamos todo el tiempo.

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